lunes, 28 de junio de 2010

Quito vivió fiesta del heavy metal

Lunes 17 de mayo del 2010

El concierto de Ángeles del Infierno del viernes pasado, en Quito, fue el cierre perfecto de una fiesta que en los graderíos de la Plaza de Toros terminó como empezó: cantando y hasta gritando rock.

Los teloneros ecuatorianos Ambrosía de Hiel, Bajo Sueños y Basca dejaron todo sobre el escenario y, como en pocos conciertos, recibieron del público una ovación, un compromiso por el rock nacional.

Las baladas clásicas de Bajo Sueños, especialmente del disco Nada de amor, fueron coreadas por unos 8.000 rockeros que a las 20:00 ya llenaban la parte frontal de la plaza.

Basca no necesita mayor presentación. Es una de las bandas ecuatorianas de heavy metal que ha logrado meterse en el corazón de los rockeros con canciones como Hijos de, Culpables, Basura y Ándate.

A las 23:15 salió al escenario el grupo esperado: Ángeles del Infierno, una banda nacida en España a fines de los setenta y que ahora es un símbolo del rock en español. El principio del fin fue el inicio de una presentación en la que no hubo espacio para el descanso. Unas 20 canciones, casi todas convertidas en himnos integraron el repertorio.

Los momentos de mayor euforia se vivieron con Prisionero, Rocker, ¿Dónde estabas tú?, A cara o cruz, 666, Las botas puestas y Fuera de la ley. Tras una hora, el vocalista Juan Gallardo despidió a la banda del público.

Las luces no se apagaron del todo. Mientras la gente pedía a gritos que regresen, desde los teclados salían las notas de Al otro lado del silencio, una canción que en Quito tiene un significado especial luego del incendio en la Factory. Hubo lágrimas, abrazos y recuerdos.

Afuera, unos pocos rockeros intentaron dar el puertazo (entrar sin pagar poco antes del final) pero la policía y seguridad del evento lo impidieron. Nada para alarmar, “un concierto de rock con todo en orden deja de ser un concierto de rock”.

Hubo pelos largos, chompas de cuero, un poco de gas lacrimógeno, algo de licor, mucho sentimiento y rebeldía. No hubo incidentes. La fiesta terminó como empezó: bien.

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